Historia de mi primer emprendimiento (a los 10 años de edad)
En el verano de 1989 hice mi primer estudio de mercado y mi primera campaña de marketing para escalar un pequeño negocio que operaba de manera independiente. Tenía 10 años.
En el verano de 1989 hice mi primer estudio de mercado y mi primera campaña de marketing para escalar un pequeño negocio que operaba de manera independiente. Tenía 10 años.
Fue una estrategia publicitaria que solo duró una semana, pero 35 años después aún recuerdo vívidamente la emoción y la sensación de éxito que obtuvimos con sus resultados.
En este correo quiero contarte la historia de mi yo niño de 10 años, desde la perspectiva de mi yo (también niño) de 45 años: su primer éxito y su primer fracaso en el mundo del emprendimiento, y 3 lecciones valiosísimas que aprendí de esta experiencia.
Hoy hace un día espléndido y el sol entra a raudales por las ventanas. Le doy un sorbito a mi taza de café, respiro hondo y comienzo a desempolvar mis recuerdos.
El Café del Sábado #11: La Épica Historia de mi Primer Emprendimiento (a los 10 años de edad).
A finales de los años 80 y principios de los 90 se extendió por Caracas, Venezuela, la fiebre del graffiti.
En numerosas partes de la ciudad era habitual encontrar muros adornados con dibujos tipográficos asombrosamente hermosos y elaborados, que reflejaban temáticas de la cultura urbana, declaraciones de amor, y más.
Este movimiento era tan popular que alguien tuvo la brillante idea de crear un álbum de estampas coleccionables (o barajitas), con fotos de los graffitis más destacados de la capital y otras ciudades del país.
Por supuesto, yo fui uno de los tantos niños que coleccionaron este álbum, pero como también tenía alguna habilidad para el dibujo, me dediqué a aprender a crear mis propios diseños.
Así pasé incontables tardes imitando los degradados y efectos del spray, utilizando colores y plumones en las hojas de mis cuadernos escolares.
El nacimiento de mi emprendimiento
Aparentemente llegué a dominar tan bien esta técnica, que mis compañeros de clases en la primaria comenzaron a pedirme que creara dibujos para ellos, y yo lo hacía con mucho gusto.
No tardé en darme cuenta de que tal vez podía cobrar algo por ello, así que, a cambio, empecé a pedirles una moneda: lo suficiente para comprarme una paleta o un helado.
Lo más seguro es que solo lograra vender 3 ó 4 dibujos, pero esta experiencia despertó en mí la idea de que tenía una habilidad y podía monetizarla de alguna manera.
Así es como nació mi primer emprendimiento.
La gran crisis
Todo marchaba de maravilla, hasta que llegaron las vacaciones de verano y me quedé sin clientes a quienes vender mis dibujos en la escuela. Para colmo, a mi papá se le ocurrió que era buena idea enviarme a pasar un par de semanas en casa de mi abuela materna, lejos de mi barrio y mis amigos.
Mi negocio se estaba enfrentando a su primera crisis… pero pronto descubrí cómo a raíz de sus consecuencias, se abrirían nuevas oportunidades.
La transformación del negocio
Como comenté anteriormente, la casa de mi abuela materna se encontraba en otro barrio donde yo no tenía amigos ni nadie con quien salir a jugar… excepto por un compañero de la escuela que vivía relativamente cerca: su nombre era Máximo.
Realmente no éramos muy cercanos, pero como a esa edad lo único que un niño necesita para jugar con otro niño es que tenga más o menos su misma edad, me puse en contacto con él por teléfono, y decidimos juntarnos al día siguiente.
Así es que nos encontrábamos allí jugando, dibujando, cuando se nos ocurrió la brillante idea de ofrecer nuestro talento como grafiteros en papel, pero esta vez, “de verdad”, sobre muros reales, con latas de pintura reales.
Era una idea maravillosa. ¿Qué podía salir mal?
Nuestro estudio de mercado y plan de negocio
Nuestro estudio de mercado y plan de negocio se basó en 3 ideas:
1. Había un auge en el mercado: los graffitis eran tan populares que podían verse por toda la ciudad, cada vez más. Incluso, ¡había un álbum de estampas coleccionables!
De esta manera nos imaginamos que el mercado debía ser muy grande, pero como todavía había muchos muros vacíos, también debía existir suficiente espacio para participar en este mercado.
2. Había demanda: en muchas paredes podían encontrarse mensajes con dedicatorias amorosas como “María TQQJ“. (Nota: “TQQJ” era el acrónimo urbano para “Te Quiero Que Jode”, que hoy día se traduciría a algo como “Te quiero un chingo”, “Te quiero un montón” o “Estoy profundamente enamorado de ti”).
Dado que la gente siempre está enamorándose y desenamorándose, entonces debía haber clientes potenciales que necesitaban expresar sus sentimientos.
3. Teníamos “habilidad” para ofrecer este servicio: en realidad yo solo sabía hacerlos en papel, pero, ¿Qué tan difícil podía ser dibujar lo mismo con latas de pintura en una pared?
Nos pareció que esta idea era brillante, así que nos pusimos manos a la obra en ese mismo instante.
La fabulosa estrategia de marketing
Sabíamos que necesitaríamos clientes, y para conseguir clientes, teníamos que dar a conocer nuestros servicios.
Así es que desarrollamos una impresionante estrategia publicitaria: anunciaríamos nuestros servicios pegando papeles por todo el barrio, y ¡el diseño se iba a ver como un graffiti de verdad, pero en papel!
El anuncio en cuestión era un dibujo que hice a mano, con plumón negro, que luego fotocopiamos en papeles de colores vistosos, y pegamos en postes y paredes. En él podía leerse: “Se pintan graffitis” y abajo puse nuestros nombres y el número de teléfono de la casa de mi abuela.
Qué éxito.
En solo un día habíamos planificado todo un negocio e incluso lanzado su primera campaña publicitaria.
Esa noche casi no pude dormir de la emoción. Imaginaba cómo sería la experiencia de pintar un graffiti, hacer la propuesta del diseño en papel, escoger el muro, pedir permiso para pintarlo (no éramos vándalos) y luego replicar el diseño en la pared usando latas de pintura en spray.
Los resultados de nuestra campaña publicitaria
Durante los primeros 2 días estuve expectante, esperando que algo sucediera. Sin embargo, no pasó nada.
Al tercer día ya casi había olvidado que en algún momento comenzamos este súper negocio, cuando de pronto sonó el teléfono y mi abuela, algo consternada, me pasó el auricular: ¡Era nuestro primer cliente potencial!
— Hola, llamo por el aviso donde se anuncia que se pintan graffitis — dijo la voz de un hombre al otro lado de la línea. — Hola, si, soy yo. ¿Qué quiere saber? — preguntó mi yo de 10 años. — ¿Cuánto cuesta? ¿Cómo es el proceso?
En ese punto sentí cómo se me hacía un nudo en la garganta, y me di cuenta que no tenía la más mínima idea de cuánto podía cobrarse por esto, así que hice lo mejor que pude:
— Pues depende del tamaño del diseño y la cantidad de pintura que se va a necesitar. El proceso es que usted nos dice qué quiere que diga el graffiti, lo dibujamos con lápices y colores en papel, y después lo pintamos en la pared.
No puedo imaginarme lo que pensaría esta persona, que llamó al número de un volante que encontró en la calle, dibujado por un niño… y que ahora está hablando por teléfono con ese mismo niño, que no tiene la más mínima idea de cuál es el precio de su servicio.
El cliente potencial hizo un par de preguntas más y luego se despidió.
Tan pronto colgué el teléfono, sentí una ola de euforia como ninguna otra.
¡Qué emoción! ¡Había alguien interesado en nuestro servicio! ¡La campaña de marketing había sido todo un éxito!
Inmediatamente llamé a mi socio y le conté todo. Nos contagiamos ambos de los increíbles resultados de nuestra estrategia publicitaria, y ya nos imaginábamos comprando patinetas nuevas con las ganancias que íbamos a obtener.
El final de esta historia (y el comienzo de muchas otras)
Nunca más supe nada de nuestro cliente potencial.
¿Habrá logrado encontrar alguien tan lleno de entusiasmo como nosotros para hacer su graffiti? ¿Tal vez fuese un mystery shopper? ¿Tal vez fuese algún familiar que quería mostrar su apoyo en nuestro negocio?
No importa.
Sea quien seas, cliente potencial desconocido: gracias por tu gentileza y amabilidad. Fue un gusto atenderte.
Una semana después estaba de vuelta en casa. Me reencontré con los amigos de mi barrio, me dediqué a vivir otras aventuras, y mi emprendimiento de arte urbano se fue desvaneciendo con el paso del tiempo.
En retrospectiva, aprendí 3 lecciones valiosísimas:
1. Como decía mi abuela: “La peor diligencia, es la que no se hace“
O en palabras de Seth Godin, “El costo de equivocarse es menor que el costo de no hacer nada.“
Cualquier estrategia de marketing, por pequeña que sea, es mejor que no hacer ninguna. Haz lo que sea, aunque sea con tus propios medios.
2. Acompaña tu estrategia de marketing con un plan financiero.
Mi yo de 10 años me enseñó que al menos tenemos que saber el precio de nuestros servicios.
Mi yo de 45 años ha aprendido que también tenemos que calcular nuestro costo, margen de ganancia, utilidad, gastos de inversión inicial, gastos fijos mensuales y proyección de ventas.
Así que antes de empezar un emprendimiento es una muy buena idea hacer un pequeño plan financiero. Si no sabes cómo hacerlo, esta es la plantilla que mi yo de 45 años ha creado para ti.
3. Por último: confía más en tu niño interior.
Mientras más adultos nos hacemos, más tememos al fracaso, al punto que muchas veces nos paralizamos.
Tal vez lo que necesitamos es balancear a nuestro adulto planificador y calculador, con nuestro niño interior entusiasta. Emprender y tomar pequeños riesgos, como si fuese una pequeña aventura.
Hoy día me siento increíblemente afortunado de que mi niño interior siga estando tan presente: aquí me tienen, a mis 45 años, dedicando estos sábados a crear plantillas y contar estas pequeñas historias, mientras disfruto de una buena taza de café.
…y hablando de café, esta taza ya se terminó.
En otra ocasión te platicaré acerca de mi segundo emprendimiento, esta vez dedicado a la venta ambulante de bebidas refrescantes, donde trabajé arduamente con un socio y contamos con el apoyo de un inversionista: teníamos 11 años y, sorprendentemente, sí obtuvimos ganancias.
Un espacio donde compartir ideas, herramientas y recursos para ayudarte a crear y mejorar tus procesos de marketing, diseño, ventas, gerencia, desarrollo de negocios y más.